Empresarios del sector agrícola estiman que la producción de arándanos se cuatriplicará al 2023, y generará una alta demanda de mano de obra y un crecimiento exponencial del sector.
Los gremios de productores agrarios estiman que para el 2023 se producirán alrededor de 150 millones de kilos de arándanos en el país, casi cuatriplicando los 40 millones que se producen actualmente. En la misma línea, se proyecta una alta demanda de mano de obra y un crecimiento exponencial del sector agrícola.
Para analizar el impacto macroeconómico de la producción de arándanos conversamos con Juan Carlos Odar, director de Phase Consultores.
¿Qué impacto tendrá este negocio en la reducción de la pobreza?
Al respecto, es relevante tener presente el caso de Ica. Se trata de una región que explotó su potencial agrícola en pocos años, de modo que pasó de una tasa de pobreza de 42,6% en 2002 a alrededor de 8% en 2016, ganando en el camino un incremento en la generación de empleo al punto que por ejemplo este año es la región que más puestos de trabajo de calidad viene creando, por encima de regiones económicamente importantes como Arequipa o la propia La Libertad (y de Lima, donde el empleo de calidad viene más bien decreciendo).
¿Qué implica eso?
No quiere decir que en Ica el empleo se haya concentrado en el sector agrícola, sino que además ha habido dinamismo en actividades como construcción, actividades inmobiliarias y hoteles y restaurantes. Su empleo creció más rápido que la propia agricultura (pasando de generar 11,3% del total del empleo de la región en 2001 a casi 20% en 2016), porque atrajo trabajadores desde otras regiones del país.
Éste es un espejo en que puede mirarse la región La Libertad, que por este factor podría generar alrededor 50 mil empleos anuales durante la temporada.
¿Qué efectos tendrá sobre la economía y la producción agropecuaria?
En pocos años Perú ha pasado de no producir arándanos a generar casi 6% de la producción mundial. Esto ya tiene un impacto macroeconómico que para este año representaría entre 0,20% y 0,25% del PBI o entre 2,8% y 3,5% de la producción agropecuaria, es decir entre US$ 400 y US$ 500 millones, los cuales estarán concentrados en la región La Libertad, que por este factor puede tener un incremento en el PBI total del orden de casi 4% (y de alrededor de 25% en la producción agropecuaria) frente a la situación hipotética en la que no se produjeran arándanos.
¿Qué riesgos advierte en el crecimiento exponencial de este negocio?
El riesgo es el típico que se observa en el sector agrícola: la sobreproducción concentrada en un breve período. En la medida que un producto muestra una alta rentabilidad se genera un efecto favorable para su producción por parte de nuevos participantes, los que tienden a aumentar el volumen producido hasta saturar el mercado. De hecho, incluso en países desarrollados se observan problemas de ese tipo, como lo demuestra la reciente crisis de la leche en Francia.
¿Cuál debe ser el rol del Estado, del Gobierno, frente a esto?
El papel del Estado en guiar la producción a través de una provisión adecuada de información (precios, identificación de productos con una fuerte expansión de la oferta, sugerencia de productos alternativos) y promoción de los pequeños productores es clave. Dicho eso, debemos empezar ya: estamos alrededor de las 40 mil toneladas producidas por año y Chile ya está en 100 mil; en conjunto explicamos alrededor de 20% de la producción mundial, de modo que un incremento muy rápido puede tener un impacto significativo a la baja en los precios recibidos por los productores locales.
Fuente: El Comercio / 14 de noviembre 2017