Agroindustria. El acelerado despegue de la producción y exportación del berry llama a una planificación inteligente de la mano de obra agrícola.
El crecimiento exponencial en volúmenes y ventas, que ha experimentado la producción y exportación de arándano en el Perú, pone en evidencia el efecto dinaminizador que la agroindustria está generando en la economía rural costeña. Pero también los retos que supone una expansión acelerada.
El berry, al que un poco en chiste, pero más en serio se lo presentaba en sus albores como “bolitas de vida” –por el imaginario de sus consumidores en torno a sus bondades antioxidantes (previene el cáncer y retrasa el envejecimiento)–, ha pasado de cero toneladas hace siete años a cosechas de 20 mil toneladas el año pasado, y se estima que este año esa cifra se duplique. Esa es una mirada de cerca al cultivo, en base a las 5.000 hectáreas en producción, a las que en el 2018 se sumarán otras 1.000 y que en el 2020 llegarían a 14.400, según cálculos de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP).
Dicho auge ha colocado al Perú como el segundo proveedor del hemisferio sur, detrás de Chile, y como el sexto a nivel mundial. Estar en las grandes ligas le permite a los productores peruanos ser fijadores de precios en el mercado internacional, en particular en su ventana más atractiva (setiembre-octubre), la que dio a conocer al país como abastecedor.
El economista Juan Carlos Odar ha analizado el impacto macroeconómico del fenómeno. Calcula que el arándano representa entre el 0,2% y 0,25% del producto bruto interno nacional y entre 2,8% y 3,5% del PBI del sector agropecuario. En La Libertad –donde se cosecha el 84% de la fruta exportada– el efecto es más contundente: equivale al 4% del PBI regional y al 25% del PBI sectorial.
La variable más visible hasta ahora de esta realidad es la creación de empleo. De acuerdo con la Cámara de Comercio y Producción de La Libertad, del tercer trimestre del 2015 al mismo período de este año se generaron 24 mil puestos de trabajo y se espera que el número aumente progresivamente a medida que las plantaciones entren en fase de alto rendimiento. En pico de cosecha, la relación de la demanda de mano de obra comparada con la del espárrago (cuyo ‘boom’ partió en el valle de Chao y Virú y siguió en Ica) es de cuatro a uno, según datos sectoriales.
Dicha presión –inclusiva desde una perspectiva de gé- nero, ya que valora la motricidad fina de la mujer en la recolección– incide en el alza del salario mínimo del jornal. Se trata de una situación común a otros cultivos de exportación, que en Chavimochic hace que la paga diaria oscile entre S/55 y S/60.
Impulso Inmobiliario
En ese sentido, el arándano genera sentido de urgencia sobre la necesidad de garantizar la disponibilidad de mano de obra leal y cercana a las operaciones. Es un asunto prioritario en la agenda de la principales exportadoras. Aledaño a los fundos de Camposol, líder en el rubro con US$100,2 millones de los cerca de US$300 millones exportados el año pasado, se está desarrollando el proyecto inmobiliario MarVerde, a cargo de la empresa del grupo ComuniDar en alianza con el Fondo Mi Vivienda. La iniciativa consta de unas 2 mil casas, de las cuales 300 ya se han entregado. La compañía promueve asimismo otro proyecto de 4.681 viviendas junto al programa Techo Propio bajo la modalidad “Adquisición de Vivienda Nueva”.
Talsa, la segunda mayor exportadora, que hace un par de semanas anunció su fusión con la corporación chilena arandanera Hortifrut, ha apoyado en la mejora del diseño de la oferta inmobiliaria de la zona, cuyo público objetivo son sus trabajadores. “A veces, un crecimiento acelerado termina con ciudades desordenadas y altos índices de delincuencia. [Por eso] queremos ver a Chao como una ciudad modelo”, sostiene la compañía.
En tanto, el Proyecto Especial Chavimochic prevé desarrollar dos proyectos: Poscomba y Alto Salaverry, de hasta 15 mil y 30 mil viviendas, cada uno. El primero permitirá atender la demanda de la etapa I de la irrigación y el segundo, la II y III. “Estamos en fase de planeamiento urbano. No se han construido hasta ahora, porque el proyecto fue diseñado para llevar agua, agro y energía eléctrica. Luego, se ha visto la necesidad [inmobiliaria]”, sostiene su gerente general, Miguel Chávez.
Experiencia regional
La dinámica arandanera en Argentina y Chile
La producción de arándanos en Chile “no mueve la aguja macroeconómica”, señala Camilo Navarro, director ejecutivo de Agroseguros del Ministerio de Agricultura del país vecino. Explica que el berry se gestiona en parcelas de entre 1 y 5 hectáreas. En ese sentido, destaca que el negocio haya contribuido a dinamizar la agricultura en pequeña escala, asociada a cadenas productivas. Además, dada la exposición a riesgos climáticos (heladas, granizadas, lluvias) esta forma parte del portafolio de cultivos bajo pólizas cofinanciadas. Al respecto, precisa que han desarrollado dos coberturas: una específica para dos tipos de variedades y otra multirriesgos.
En el caso de las provincias argentinas de Tucumán y Salta, que hasta hace dos años ocupaban el segundo lugar en producción del berry en la región, las plantaciones están en manos de empresas que contratan a los mismos jornaleros que trabajan en la cosecha del limón (uno de los cítricos principales de la zona). Así lo explican en el Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán, donde estiman que la mano de obra empleada asciende a 20 mil jornales en las cinco semanas que dura la cosecha. Como en el Perú, en Chile y Argentina se observa una mayor inserción laboral de la mujer en esta actividad agrícola.
Fuente: El Comercio – Día 1 / 13 de noviembre 2017