Segunda reforma agraria privilegia consumo doméstico y no la exportación. Almería es el ejemplo español de cooperativas de pequeños propietarios que se convirtióen la huerta de Europa.
El presidente Pedro Castillo ha explicado cada vez que puede que la provocadoramente titulada “Segunda Reforma Agraria” no es como la primera.
Durante su lanzamiento en Sacsayhuamán, el mandatario reiteró que “no se busca expropiar tierras ni afectr derechos de propiedad” como ocurrió con la Reforma Agraria emprendida durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado.
“Planteamos más bien cambiar la fiorma de gobernar para que nuestro Estado se ponga al servicio de nuestros agricultores familiares, relegados durante décadas, gobiernos tras gobiernos. Esto termina hoy”, prometió.
Por su parte, Gabriel Amaro, director ejecutivo de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), objeta que “lo que ha planteado el gobierno ya lo viene haciendo el Ministerio de Agricultura durante décadas. Si tienes visión de mercado local te vas a quedar en el mercado local. Si apuntas al mercado internacional tienes que dotar al pequeño agricultor de las herramientas”.
Entre los temas no considerados menciona “el acceso a mercados formales e internacionales, buenas prácticas agrícolas, todos los temas de riego tecnificado, la titulación de tierras, seguro agrario, el tema de desarrollo, innovación agraria y genética”.
Y añade que “tenemos la visión equivocada del Perú como un país de 33 millones de consumidores. Es de 6 mil millones, es una política de integración al mundo con la cual hemos transitado un trecho con el que atendemos a más de 150 paises en el mundo”. Sostiene que, más del 85% de agroexportadores son pequeñas unidades productivas” y ese campo podría ampliarse mucho más. Su clima y condiciones le permitiría al Perú “convertirse en la despensa del mundo”. Se requiere además un marco jurídico que mantenga competitivo no solamente al pequeño agricultor sino al sector moderno porque actúa con mercados libres y competitivos”.
Amaro destaca el caso de la provincia de Almería en España, en la parte oriental de la comunidad autónoma de Andalucía. “Antes no había nada y hoy tienen más de 300 mil hectáreas en cooperativas, con todos los propietarios de menos de 5 hectáreas. Hoy exportan a toda Europa. El Perú es una plataforma y puede convertirse en la despensa del mundo”.
Riego tecnificado, enarenado, control integrado de plagas y alto nivel de formación y capacitación tecnica fueron las semillas del éxito.
De hecho, Almería es conocida como la huerta del viejo continente. Una vista aérea muesta una sucesión interminable de invernadores de plástico bajo los que se cultivan la mayor cantidad de tomates, pimientos y pepinos del país ibérico. Son 67 cooperativas agroalimentarias en esta zona, que facturó unos US$ 2,400 millones en el 2020, lo que representa el 25% de la producción agrícola de Andalucía. Para hacerse una idea, las agroexportaciones peruanas en el 2020, un buen año a pesar de la pandemia, alcanzaron en total US$7,550 millones.
Es claro que la transformación agroexportadora de la costa peruana ha implicado la concentración de grande extensiones de tierra por parte de grupo como Gloria, Dyer, Oviedo o Romero. Pero también es evidente que se hizo el milagro en el desierto, lo que era un sueño de futurólogos apenas en la década de los 80. El proceso potenciado por los proyectos de irrigación ha desarrollado tecnología de punta y un grado de eficiecia al punto que las exportaciones agrícolas se acercan al 8% del PBI y, a diferencia de la mineríaa, son generadoras intensivas de mano de obra.
Es aproximadamente el 25% de la Población Económicamente Activa (PEA) la que se dedica a la agricultura del Perú. Sin embargo, la agricultura familia representa el 97% de los 2.2 millones de unidades agropecuarias de todo el país. Al mismo tiempo, el 83% de trabajadores agrícolas realizan agricultura familiar y garantizan la seguridad alimentaria del país.
Desarrollar la agricultura familiar es una deuda pendiente en la sociedad peruana. Pero a estas alturas, el dilema, más que por remotas expropiaciones, va por mirar solo hacia dentro o también hacia fuera.
El gobierno plantea la creación de un gabinete de desarrollo agrario y rural encabezado por el presidente de la República, un programa de compras públicas de alimentos para la agricultura, medidas de protección y cuidado del agua y el impulso al cooperativismo, históricamente elusivo en el caso del Perú.
Un ejemplo, todavía limitado pero prometedor, de la posibilidad de la integración de la sierra altoandina en la cadena de valor agregado está en las paltas.
Según informo el Minagri, la producción de palta en el 2020 fue de 661 mil toneladas. Aún en pandemia, representó un incremento de 16% frente al 2019.
El 62% del total se destino a la exportación. Y si bien los departamentos costeros todavía dominan el rubro (La Libertad con 215 mil toneladas, Lima con 91,500, Lambayeque con 90 mil e Ica con 80 mil), resulta notable la proporción de palta exportada que viene de la sierra, y particularmente de los departamento del sur: Junín con 45,000 toneladas, Ayacucho con 29,500, Arequipa con 27,000, Ancash con 19,500 toneladas, Huancavelica con 11,000 y todos los demás departamentos; entre ellos Moquegua, Cusco, Cajamarca, Pasco y Apurímac; con 50,500 toneladas.
Fuente: Caretas